Nació solita no lejos del pueblo. Entre el camino y el alambrado. Quizás heredera de algún pájaro que trajo la semilla de vaya a saber donde. Porfiada y sufrida nació. No era palmera imponente, deslumbrante, hermosa, de esas que se ven altísimas y elegantes en los bulevares de las ciudades de la costa.
Era palmera humilde a orillas de un pueblo más humilde todavía. Las polvaredas del camino ensuciaban
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